La sala de donación es un espacio riquísimo y permanente de testimonios de vida. Esta semana, con motivo de san Valentín, hemos recogido las pequeñas grandes historias de nuestros donantes. Aquí van algunos.
Nos ha visitado José Manuel. Escribe poesía desde el año 2015 y dona sangre desde hace más de 30 años. José Manuel ha recibido trasfusiones en varias intervenciones quirúrgicas. Viene al Banco cuatro veces al año. Sabe perfectamente que la mejor sensación que existe es la de dar sin esperar nada a cambio. Nosotros sabemos que José Manuel ha dado mucha vida a muchas personas.
José es educador social. Hace diez años trabajaba con Javier en un centro de menores. Para animarse mutuamente decidieron hacerse donantes de sangre. Desde entonces vienen juntos. El día que no pueden coincidir, José trae a su hermana Julia, que también dona plasma. José sabe profesional y personalmente que donar sangre es un ejercicio de educación social de primer orden. Gracias, José, gracias Javier, gracias Julia.
Sandra y Santiago son pareja desde hace 20 años. Siempre que pueden los dos vienen a donar sangre juntos. Tienen dos hijos. El mayor se llama Pablo, acaba de cumplir 18, y están convenciéndole para que también él se haga donante. Cuando les preguntamos porqué donan, no se lo piensan dos veces: «es necesario, mañana puedo tener un accidente y ser yo el que reciba sangre» .
Teresa y Maria Antonia son amigas desde hace más de treinta años. Casi tantos como hace que donan sangre. Acaban de jubilarse como trabajadoras de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Intentan venir dos o tres veces al año. Antes aprovechaban que nuestras unidades móviles iban a su trabajo. Teresa vive en la calle La Salud y María Antonia en la de Donantes de Sangre. ¿El destino? Vienen a donar sangre por «sensibilidad». Lo tienen claro. Además de compartir ocio y sentirse como «almas gemelas», se acercan al Banco para compartir su amistad y sentirse útiles. Gracias, muchísimas gracias por vuestro Amor a Dar Vida.